“Para mí, Mamorwa fue un viaje a un territorio desconocido a todos los niveles. No conocía la historia de los arhuacos ni de Colombia. Sólo quería conocerlos y encontrarme a mí mismo. A los 48 años, quería hacer una pausa en mi vida. Aprecié la atención al llegar a Valledupar al sitio de Mamorwa. Era sencillo y justo lo que buscaba.

Lo que más me gustó fue que el trabajo sobre uno mismo se mezcló con el trabajo sobre la tierra. Hice el retiro y más de un mes de voluntariado. La vida en grupo me resultó fácil porque hay una benevolencia en este entorno verde y salvaje. El confort es espartano. El lugar nos devuelve a lo básico.

Al final, volví con la impresión de haber aprendido sobre mí mismo. Hice algunos encuentros hermosos. Volví con algunas semillas de sabiduría de los Mamos. Gracias a los Mamos, a Gounavia, a los niños y a todos los que compartieron conmigo esta hermosa aventura humana.”

 

Christèle – Francia, abril 2021